Superando la adicción a la cafeína: el motivo

Todo comenzó en Lisboa, en Semana Santa de 2010. Nos alojábamos en un hotel que no estaba mal, pero el café sabía a calcetín mojado. Así que el segundo día decidí no tomar café en el desayuno.

Visitamos el Castillo de San Jorge sin problemas y cogimos el tranvía hacia Belem. El trayecto durará unos 15-20 minutos y durante el mismo empecé a encontrarme mal. Me dolía la cabeza y tenía una sensibilidad a la luz brutal, hasta tal punto que me puse las gafas de sol a pesar de que el día estaba nublado. Lo único que quería era dormir y que todo se pasase. Me tomé un ibuprofeno y continuamos las visitas, soportando el dolor.

Al día siguiente por la mañana me seguía doliendo la cabeza. Me tomé otro ibuprofeno y volvía a pasar del café del desayuno. El dolor de cabeza no era un dolor de cabeza normal, sino una cefalea muy fuerte, como una migraña. 

Ese día visitamos un museo y fuimos a la cafetería a tomar algo. Yo me tomé un café con leche...y mi dolor de cabeza se pasó a los 10 minutos. Ahí me di cuenta, yo, que sólo tomo café con leche por la mañana para desayunar, que jamás tomo café en la sobremesa, que jamás tomo café solo, yo, era adicta a la cafeína.

La segunda vez que me quedó claro fue en Octubre. Estabamos visitando a unos amigos en Lugo y volví a tener los mismos síntomas aunque más leves: cansancio, dolor de cabeza, etc. Hasta que alguien sugirió que quizá el café que estaba tomando por las mañanas en casa de mis amigos era descafeínado. Y efectivamente, lo era.

Así que indignada y asombrada por enterarme en primera persona de la increíble adicción que genera la cafeína, decidí dejar el café. Obviamente no se puede hacer de la noche a la mañana, sino de forma gradual. Empecé a rebajar la cantidad de café que tomaba por la mañana, de una medida entera de café a media medida. La leché pasó de saber bien a saber a nada...

Y hoy, sábado 5 de marzo me levanté y dije "ya está bien" y decidí no tomar café al desayuno. Ahora o nunca.